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MIQUEL BARCELÓ, MIEMBRO DEL CONSEJO ASESOR DEL 22@NETWORK BCN, "COMPROMISO METROPOLITANO 2030, UNA BUENA NOTÍCIA - El Peródico

Irene Codina Altarriba,

La pregunta que debemos hacernos ahora es sobre la gobernanza de la Región Metropolitana y qué grado de realización podrán tener los proyectos transformadores

Hace unas semanas, el Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona (PEMB) presentaba el Compromiso Metropolitano 2030, como un nuevo ejercicio de planeamiento estratégico a escala de región metropolitana, siguiendo una ya larga tradición que empezó el alcalde Pasqual Maragall, a nivel de la ciudad de Barcelona, y que después continuó Joan Clos con el Plan Estratégico Metropolitano de los 36 municipios del Área Metropolitana.

El PEMB ha demostrado ser una buena herramienta de planeamiento de ciudad, primero gracias al entusiasmo y al impulso del recordado Francesc Santacana y actualmente con el trabajo no menos entusiasta de Oriol Estela y su equipo. Otra cosa son los resultados alcanzados en forma de proyectos concretos realizados. El PEMB es una herramienta de planeamiento, pero no es un instrumento ejecutivo que gestione proyectos estratégicos y los déficits de gobernanza metropolitana limitan el paso del planeamiento estratégico al desarrollo de proyectos.

Actualmente, con las tendencias de la competencia entre ciudades a nivel global, la nueva ciudad del siglo XXI necesita una visión integrada a nivel metropolitano para el planeamiento estratégico, pero también para dotarse de los instrumentos ejecutivos que impulsen y gestionen los proyectos estratégicos identificados.

Como explica el urbanista investigador en la Universidad de Harvard Ramon Gras, la dimensión de la ciudad real es importante. Cuando aumenta la población de una ciudad pueden aumentar las variables relacionadas con la economía y la innovación, si se ponen en práctica las estrategias adecuadas; en este caso, los beneficios son evidentes para el conjunto de la población.

¿Cuál es la ciudad real en el caso de Barcelona? El planeamiento urbano comienza hace unos años en la ciudad de Barcelona de 1,6 millones de habitantes, pasando a continuación a nivel del AMB de 36 municipios y 3,3 millones. Ahora, con el Compromís Metropolitano 2030, pasamos a la nueva ciudad que representa la Región Metropolitana de 5,1 millones de habitantes y más de 150 municipios, una de las metrópolis más importantes de Europa.

Para que las ciudades puedan competir a escala global y captar talento e inversiones, es necesaria dimensión, y la Región Metropolitana de los 5 millones tiene la dimensión para convertirse en un potente ecosistema innovador, nodo de la red global de ciudades.

El Compromiso Metropolitano 2030 de la nueva ciudad de los 5 millones propone un conjunto de ocho misiones estratégicas para el futuro de este territorio urbano, como objetivos transversales relacionados con la economía, los niveles de renta, la emergencia climática, la movilidad, la alimentación saludable, la cohesión territorial y social, la vivienda y el acceso a la cultura. Estas misiones se desarrollan en 96 proyectos de los que 32 son Metropolitanos.

La pregunta que debemos hacernos ahora es sobre la gobernanza del Compromiso Metropolitano y qué grado de realización podrán tener los proyectos metropolitanos transformadores. Actualmente, parece que el incentivo de los ayuntamientos a participar en estos proyectos es limitado y tienden a priorizar sus propios proyectos.

Dadas las dificultades de todo tipo para poder disponer de una gobernanza efectiva a nivel metropolitano, quizás se trataría de dotar a los proyectos transformadores de una gobernanza propia, proyecto a proyecto, con el liderazgo del conjunto de municipios, la participación de agentes públicos y privados y una capacidad de diseño y gestión específicas para cada proyecto. Objetivos estratégicos como la transformación de parte del suelo industrial en ecosistemas innovadores, o la necesaria transición de modelo energético contra el cambio climático, pero también como oportunidad para el desarrollo económico y la promoción internacional de la Barcelona de los 5 millones para la atracción de inversión, entre otros proyectos, que requieren de una gobernanza propia si queremos que tengan la viabilidad necesaria para llevarlos a cabo.

Por otra parte, disponer de una capital competitiva a nivel internacional es compatible con el equilibrio territorial del país. Una Barcelona metropolitana fuerte y competitiva y un país Catalunya equilibrado económica y socialmente son dos elementos que pueden alimentarse mutuamente con las políticas públicas que aseguren la coordinación y la colaboración a nivel territorial.

El Compromiso Metropolitano 2030 es una buena noticia para el futuro de los 5 millones y del conjunto del país, y ahora es necesario transformar los objetivos estratégicos en proyectos transformadores a nivel metropolitano, con gobernanza propia y capacidad de actuación efectiva

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